Los ex jugadores de la Liga Nacional de Fútbol (NFL por sus siglas en inglés) tienen más probabilidades de morir a causa de enfermedades neurológicas que otros hombres, según un nuevo estudio en el que participaron más de 3,400 profesionales que jugaron durante al menos cinco años desde 1959 hasta 1988.
Para los jugadores de posiciones de "velocidad", como mariscal de campo (quarterback), corredor (running back) y apoyador (linebacker), las tasas de mortalidad por enfermedad de Alzheimer y esclerosis lateral amiotrófica (ELA o enfermedad de Lou Gehrig), combinadas eran cuatro veces más altas que las de los hombres de la población general.
Aunque el estudio parece apoyar las investigaciones recientes que muestran un aumento en las enfermedades que dañan las células cerebrales entre jugadores de fútbol americano, no prueba que jugar a un nivel profesional sea la causa. Otros factores, como la superficie del campo de fútbol y normas de seguridad más flexibles durante el período de estudio, pueden haber desempeñado un papel.
Además, un estudio sugiere que la encefalopatía crónica traumática, un diagnóstico relativamente nuevo asociado con contusiones y golpes repetidos en la cabeza, podría haber sido la causa real de muerte o parcial para algunos.
"La encefalopatía traumática crónica tiene alguna similitud entre estas enfermedades: ELA, enfermedad de Alzheimer y el Parkinson", señaló el coautor del estudio Everett Lehman, epidemiólogo del Instituto Nacional de Salud y Seguridad Ocupacional de EE. UU. "Hay coincidencia entre las enfermedades neurodegenerativas".
El estudio, publicado en línea el 5 de septiembre en Neurology, también analizó las tasas de mortalidad de la enfermedad de Parkinson, pero no encontró ninguna diferencia en relación con la población general.
Sin embargo, para estas tres enfermedades combinadas, las tasas de mortalidad fueron el triple que las de la población general.
El estudio evaluó a los hombres que tenían una edad promedio de 57 años y utilizó los diagnósticos de certificados de defunción de 334 jugadores (10 por ciento) que fallecieron durante 2007. De los jugadores que murieron por causas neurológicas, el 62 por ciento eran jugadores de velocidad. Para ellos, el riesgo de muerte por enfermedades neurodegenerativas se triplicó en comparación con los linieros ofensivos y defensivos, señalaron los investigadores.
Aunque cerca del 39 por ciento de los jugadores eran negros, representaban alrededor del 48 por ciento de los jugadores de velocidad, apuntaron los autores del estudio.
En los últimos años, la NFL, como respuesta a las preocupaciones de seguridad, ha realizado una serie de cambios a las reglas para reducir las lesiones en la cabeza.
"Ha llevado las patadas de salida hasta la línea de 35 yardas, por lo que hay menos patadas de regreso, ya que durante las patadas de regreso tiene lugar una gran cantidad de colisiones a alta velocidad y creo que como resultado se producen muchas conmociones cerebrales", señaló Lehman.
"Ha endurecido las reglas sobre accesos y bloqueos en la cabeza, y ahora se penalizan mucho más que antes", agregó.
El "spearing", cuando un jugador utiliza su casco como arma, también es ilegal así como sujetar al mariscal de campo y golpearlo contra el suelo.
La NFL también está invirtiendo dinero para comprender mejor los riesgos a los que se enfrentan los jugadores. El miércoles, la liga anunció que donará 30 millones de dólares a la Fundación de los Institutos Nacionales de Salud. El dinero se destinará a la investigación cerebral para beneficiar a los atletas, miembros de las fuerzas armadas y al público en general, informó Associated Press.
Kenneth Podell, neurólogo y codirector del Centro Metodista para la Conmoción Cerebral (Methodist Concussion Center) de Houston, señaló que el nuevo estudio era muy "bueno" e "interesante". Sin embargo, agregó que "se basó en datos relativamente antiguos", no en jugadores actuales.
"En los años 60 y 70, e incluso los 80, el mantra era: 'Jugar'. Y todos los jugadores seguían jugando hasta el final y ni siquiera se preocupaban por una lesión cerebral", señaló Podell, que también es asesor del equipo de los Houston Texans.
Ahora la NFL obliga a los jugadores a sentarse si son diagnosticados con una conmoción cerebral, apuntó Podell. (Las ligas universitarias, secundarias y juveniles han puesto en marcha reglas similares).
"Pero el punto es que los jugadores son ahora más grandes y más fuertes de lo que eran 20 o 30 años atrás", señaló Podell. Y, todavía, "hay muchos jugadores defensivos que les encanta golpear primero con la cabeza", apuntó.
Las posiciones de "velocidad" son más vulnerables a la incidencia de conmociones cerebrales debido a que estos jugadores son más propensos a ser golpeados en la cabeza y en un ángulo", explicó.
Sin embargo, el estudio no demuestra una relación de causa y efecto, "y los autores establecen claramente esa distinción", agregó. "No pudieron controlar muchos otros posibles factores contribuyentes".
Por ejemplo, los jugadores de mayor edad tenían más probabilidades de jugar en césped natural que en AstroTurf (césped artificial), por lo que estaban más expuestos a fertilizantes y pesticidas, señaló Podell.
Lehman señaló que el césped podría haber sido un factor, pero sólo en lo que respecta a la conmoción cerebral. "El AstroTurf tenía una superficie más dura en la década de 1970 y 1980, y creo que todos los equipos ya no tienen ese tipo de césped ahora", apuntó.
"Mi estudio analizó los jugadores del pasado", señaló Lehman. "Pienso que se necesitan realizar más estudios, y si están llevando a cabo, con jugadores actuales: jugadores profesionales, universitarios y de secundaria". Lehman y sus colegas reconocen que el estudio estuvo limitado por el pequeño número de muertes.
Aunque los resultados relacionados con los trastornos cerebrales eran sombríos, otro de los resultados del estudio no lo fue. Los investigadores encontraron que los jugadores profesionales tenían una tasa de mortalidad global más baja que los demás.
"Este resultado realmente no se puede extrapolar al resto de los jugadores de fútbol actuales o de cualquier otro deporte, pero se observó sin duda una mejor tasa de mortalidad que en la población general", señaló Lehman.
FUENTES: Everett J. Lehman, M.S., epidemiologist, U.S. National Institute for Occupational Safety and Health; Kenneth Podell, Ph.D., neuropsychologist, co-director, Methodist Concussion Center, Houston, and team consultant, Houston Texans; Sept. 5, 2012, Neurology, online