Un infarto cerebral es lo mismo que decir un ictus o un accidente cerebrovascular. Se trata de un episodio fulminante en la cual el paso de sangre a lo largo del cerebro se ve afectado y se produce una falta de aporte de nutrientes y oxígeno. Como consecuencia de ello, el tejido cerebral se daña o muere, lo que se denomina una necrosis. Las causas son muy variadas, pero se dividen en:
- Hemorrágicas: Si hay alguna lesión en los vasos cerebrales que hace que la sangre salga al exterior y no llegue a las zonas que debería llegar.
- Isquémicos: Hay algo que obstruye o que no permite el paso de sangre a una región del cerebro. Por ejemplo, un coágulo o una placa de ateroma que obstruye completamente un vaso.
El ictus es una enfermedad extremadamente frecuente. Ya que es la segunda causa de muerte en hombres y la primera en mujeres. Suele darse a partir de los 50 años y en más de la mitad de los casos supone la muerte o una minusvalía. Por ello, es importante una detección a tiempo de un ictus ya que puede (aunque no siempre) evitar muchas complicaciones al aplicar un tratamiento precoz. Cuanto más tarde llegue el tratamiento, tanto peor será el pronóstico. De hecho, un retraso de 20-30 minutos en el tratamiento supone duna disminución de la probabilidad de mejoría clínica en un 10-20%.

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