Dr. PABLO MARTÍNEZ-LAGE, neurólogo y coordinador
del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la
Sociedad Española de Neurología (SEN)
P.- ¿Por qué es importante trabajar la memoria?
R.- La memoria está trabajando constantemente en
nuestro día. Cuando nos levantamos y pensamos qué
tenemos que hacer ese día o preparamos el café, está
funcionando la memoria; no estamos haciendo un especial
esfuerzo para recordar o retener esa información,
pero la memoria está trabajando. Pero, por supuesto,
practicar ejercicios de atención, concentración y memorización
es muy útil.
P.- La pérdida de memoria se suele asociar a la
edad, ¿por qué?
R.- Con la edad, si no hay una enfermedad, la memoria
pierde capacidad, por ejemplo, si de jóvenes somos
capaces de recordar diez cosas, de mayores solo recordamos
seis o siete. Pero, fundamentalmente, lo que
se pierde con la edad es la capacidad de atención y
de concentración a la hora de recordar y, por eso, se
pierde agilidad más que memoria. Por tanto, los fallos
de memoria muy llamativos no recordar un hecho reciente,
hacer una pregunta y volverla a repetir al cabo
de media hora, porque no recuerda que ya lo ha preguntado-
no se deben a la edad.
P.- ¿Trabajar la memoria a lo largo de la vida evita la
pérdida de agilidad mental?
R.- No existen estudios específicos en este sentido,
pero hay varios trabajos que asocian la práctica habitual
de determinadas actividades intelectuales, como la lectura,
las tertulias, los pasatiempos o los juegos de mesa
con un mayor rendimiento en pruebas de memoria y
con un menor riesgo de demencia
P.- ¿Cuáles son las causas de la pérdida de memoria?
R.- Cada edad tiene su causa de pérdida de memoria.
En personas jóvenes hasta los 50 ó 60, el fallo más
común es la dificultad para recordar un dato concreto,
como el nombre de una actriz, una fecha, un número
y
que se recuerda al cabo de 10 minutos o al día siguiente.
A ese tipo de fallo de memoria los especialistas no damos
mucha importancia porque se debe a problemas de concentración.
Es un fenómeno parecido al que nos ocurre
cuando hablamos y se nos atasca una palabra, generalmente
rebuscada. La causa más frecuente de este fallo
de memoria es la ansiedad y el estrés. En personas por
encima de los 65 años, no recordar un hecho reciente,
descolocar los recuerdos en el tiempo, fallos persistente,
olvido de palabras comunes (mesa, silla, vaso
), cambio
de carácter, desorientación, etc. pueden hacernos sospechar
de la aparición de una enfermedad degenerativa
subyacente, como el Alzheimer.
P.- ¿Qué consejos se podría dar a una persona joven
que se preocupa porque tiene fallos de memoria?
R.- Hay personas jóvenes que comienzan a preocuparse
de su memoria porque tienen antecedentes de Alzheimer.
Y deben saber que esta preocupación genera un círculo
vicioso de ansiedad que les lleva a tener más fallos. Por
lo que lo aconsejable sería dejar de preocuparse. Para
ello, sería interesante que visitara al médico para que le
hicieran un estudio exhaustivo y así poder convencerse
de que sus fallos de memoria se deben a la ansiedad
y estrés y pueden tratarse con fármacos o psicoterapia.
Por otra parte, si lo que se quiere es recordar datos concretos,
deberían comprender que si nuestro cerebro no
se acuerda de una cosa es porque está concentrado en
otra que preocupa más que ese dato concreto que
no nos viene a la memoria. En estos casos
habría que ensayar ejercicios de relajación,
concentración o atención.
P.- ¿Y para aquellos que quieren
mejorar su capacidad mental?
R.- La atención y la concentración
refuerzan la consolidación.
Y toda la información que está bien consolidada
se evoca más fácilmente. Asimismo, con este objetivo,
existe recomendaciones que corresponden más a la pedagogía
que a la neurología. Por ejemplo, complementar
la información que entra en nuestro cerebro favorece que
esté mejor consolidada, ya que la información acompañada
por distintos canales sensoriales (visual, verbal o
escuchado) se consolida mejor y luego se recuerda mejor.
Para ello, son muy interesantes las reglas mnemotécnicas
o los textos acompañados de una figura, un esquema,
una fotografía, los audiolibros, grabaciones, etc
P.- Un estudio reciente muestra que el consumo de
antioxidantes se asocia con una mejor función cognitiva.
R.- Existen indicios de una asociación entre determinados
patrones nutricionales y dietéticos y el rendimiento cognitivo.
Los omega 3, antioxidantes, la vitamina C, la vitamina
B propician que nuestro cerebro consiga un estado más
saludable. Y cuando hablamos de nuestro cerebro nos referimos
a las membranas de las neuronas y sus conexiones.
Cada vez que una información se graba en nuestra
memoria significa que distintas neuronas han hecho nuevas
conexiones y, para fabricar nuevas conexiones, se
necesitan componentes de las membranas neuronales.
Por tanto, la administración a través de la dieta de ácidos
grasos poliinsaturados (Omega 3), que son componentes
fundamentales de las membranas, y todo lo que
sean factores protectores de la sinapsis (de las conexiones
neuronales), como son los antioxidantes, va a favorecer un
mayor rendimiento cognitivo, e incluso un menor riesgo de
demencia de cualquier tipo.
P.- ¿Existen otros factores relacionados con el estilo
de vida que puedan influir positivamente?
R.- El sueño también es un factor importante a la hora de
consolidar nuestra memoria. El mundo de las ensoñaciones
ayuda a que el cerebro organice la información y la
vaya clasificando en distintos lugares determinando para
que el acceso a esa información sea mejor o peor. Por
tanto, seguir un patrón de sueño saludable, una dieta sana
y practicar ejercicio físico contribuyen a un estado mucho
más sano del cerebro y favorecen las funciones cognitivas,
entre ellas la memoria.
P.- ¿Qué diferencia existe entre demencia y Alzheimer?
R.- La demencia es un conjunto de síntomas, como fallos de
memoria o en otras áreas cognitivas (lenguaje, cálculo, concentración,
orientación…), acompañados o no de síntomas
de tipo conductual (depresión, apatía, cambios de carácter,
ideas delirantes, alucinaciones, etc.), que debido al grado de
gravedad no permite que la persona haga una vida autónoma
desde el punto de vista social, familiar o laboral. Este
conjunto de síntomas puede tener 70 u 80 causas distintas y
una de ellas, la más frecuente, es el Alzheimer.
Por tanto, el diagnóstico de demencia senil no es acertado
porque la edad no causa demencia, además siempre se
debería poner un apellido que haga referencia a la causa.
De lo contrario, los familiares tienden a pensar que la
demencia no tiene tanta importancia y no se adoptan las
medidas pertinentes para mejorar la situación.
P.- ¿Cómo debería actuar la familia y como debería ser
su actitud?
R.- Cuando se hace un diagnóstico de Alzheimer, la familia
debe buscar información y asesoramiento sobre qué es la
enfermedad, qué cabe esperar en cuanto a la evolución,
qué síntomas pueden aparecer, cómo actuar cuando aparecen
esos síntomas y qué se puede hacer para que el
paciente esté lo mejor posible. Los médicos somos quienes
deberíamos hacer esta labor, pero desgraciadamente
no es así por falta de tiempo o por desconocimiento, por
lo tanto, al menos sí que debemos recomendar dos cosas
a los familiares: visitar a los servicios sociales para que les
informen de los recursos con los que cuentan y animarles
a acudir a las asociaciones de familiares, que ofrecen información
y asesoría jurídica y psicológica.
Beneficios de la
estimulación cognitiva en
personas con Alzheimer
La estimulación cognitiva favorece que la evolución
de aquellos pacientes con Alzheimer sea
más positiva, incluso en algunos estudios aporta
hasta casi lo mismo que los fármacos. “Pero estimulación
cognitiva no es ponerse a hacer sopa
de letras, sino que tiene que hacerse de forma
profesional por un terapeuta. Lo ideal es que se
haga en un centro de día”, aconseja el Dr. Pablo
Martínez-Lage. En este sentido, los familiares
deben saber que, a diferencia de lo que piensa
la población, los centros de día no son recursos
donde la persona vaya cuando ya se encuentra
muy mal. A un centro de día terapéutico, donde
se realizan sesiones de estimulación cognitiva,
cuanto antes se acuda mejor porque “con la estimulación
cognitiva se trabaja la conservación
de lo que está preservado, no la recuperación de
lo perdido, apunta Martínez-Lage. Para ello, se
realizan entrenamientos sobre las actividades de
la vida diaria (vestirse, asearse, usar el baño...)
No obstante, no hay plazas para todos los enfermos
que lo necesitan, además, no todos se
puede permitir pagar una plaza, incluso aunque
cuente con ayudar a través de la Ley de Dependencia.
“Pero se puede hacer estimulación cognitiva
en casa porque múltiple material disponible
en manuales escritos o vía web con el que podemos
enseñar a los familiares a hacer media hora
o una hora de ejercicios al día, asegura el neurólogo.
Este especialista también aboga por enseñar
a los familiares que no pueden hacer que
la vida del enfermo cambie radicalmente. Por
ejemplo, si la persona con Alzheimer cocinaba
antes del diagnóstico puede seguir haciéndolo,
no hay porqué prohibirle el acceso a la cocina;
lo único es que necesitará más supervisión. Si
le sustituimos en las actividades que ya estaban
haciendo provocaremos que esas personas
sean más dependientes que antes.
Practicar ejercicio físico
con frecuencia favorece la
concentración y puede ayudar a tener
más memoria. Según explica el neurólogo y
coordinador del Grupo de Estudio de Conducta
y Demencias de la Sociedad Española de Neurología
(SEN), Pablo Martínez-Lage, está demostrado en animales
de experimentación que el ejercicio físico aumenta la generación
de nuevas neuronas: La idea antigua de que nunca
se formaban nuevas neuronas en el cerebro está desechada.
Es posible la formación de nuevas neuronas, y el ejercicio favorece
esta formación. Además, muchas de estas neuronas se
generan en la zona de la memoria”. Martínez Lage también
puntualiza que el tipo de actividades más recomendables,
en este sentido, son las aeróbicas (caminar, montar en
bicicleta, correr…). No es necesario que sea un ejercicio
vigoroso, “hay estudios que demuestran
que andar una hora tres veces en semana
mejora los rendimientos cognitivos”,
indica este especialista.
Texto: CARMEN MORENO
Revista Puleva Salud - No.50 - mayo 2012