Los neurocientíficos habían descubierto previamente diferentes aspectos moleculares de señalización, correspondientes a la formación de recuerdos; sin embargo, desconocían la relación espacial entre las moléculas y su activación durante este proceso.
Para abordar esta cuestión, los investigadores del nuevo estudio analizaron las neuronas de Aplysia californica, una babosa de mar. Aplysia es un organismo modelo adecuado para este tipo de investigación, debido a que sus neuronas son de 10 a 50 veces mayores que las de organismos superiores, y poseen una red relativamente pequeña de neuronas, que facilitan el examen de la señalización molecular durante la formación de la memoria. Además, su mecanismo de codificación de memoria está altamente conservado en la evolución y, por lo tanto, es similar al de los mamíferos, por lo que es un modelo apropiado para la comprensión de cómo funciona este proceso en los seres humanos.
Los científicos centraron su estudio en dos moléculas, MAPK y PKA, involucradas en muchas formas de memoria y plasticidad sináptica - los cambios en el cerebro que ocurren después de la interacción neuronal.
Los investigadores sometieron a las babosas de mar a un entrenamiento de sensibilización, que indujo el aumento de la respuesta reflejo tras la activación del nervio de la cola. A continuación, se examinó la actividad molecular posterior de MAPK y PKA - ambas moléculas han demostrado estar involucradas en la formación de memoria.
Los autores del estudio observaron que MAPK y PKA coordinan su actividad tanto en el espacio como en el tiempo en la formación de los recuerdos. Específicamente, en la formación de memoria a medio y largo plazo, MAPK y PKA se activaban a la vez. Por el contrario, en la memoria a corto plazo, sólo se activa PKA, sin la implicación de MAPK.
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