sábado, 9 de abril de 2011

Cuando a las neuronas se les acaba el combustible, puede llegar Alzheimer

dw-world.de   
viernes, 08 de abril de 2011
Casi un millón de personas sufre de demencia en Alemania. Dos terceras partes de ellas tienen el mal de Alzheimer. El científico Jochen Walter ha hecho un descubrimiento que ayuda a entender mejor su desarrollo.
“Hay dos formas de Alzheimer: la heredada, que puede atacar a personas entre los 20 y 30 años. Una forma especialmente agresiva, pero que sólo ataca a un círculo minoritario de la población”, dice el profesor Jochen Walter, de la Policlínica para Neurología de la Universidad de Bonn a Deutsche Welle. La otra forma de este síndrome, que prácticamente degenera el cerebro, es la más frecuente: “la que llega, por lo general, en edad avanzada, a partir de los 60 u 80 años de edad”, agrega Walter.
El neurólogo Jochen Walter ha estudiado los factores de riesgo que pueden jugar un papel importante en el desarrollo de Alzheimer. Su descubrimiento podría ayudar a desarrollar exámenes de identificación temprana de la enfermedad. 
El cerebro necesita colesterina
“Hay un fuerte factor de riesgo: la proteína lipídica E, importante en el transporte de grasas en el cerebro. El trabajo de las neuronas depende de la colesterina que otras células ponen a su disposición”, agrega Walter, cuyo equipo ha llegado a la conclusión de que en el caso de la forma genética de Alzheimer el suministro de lípidos en el cerebro aparece dislocado.

La importancia de las grasas en el cerebro es inmensa: la colesterina no sólo hace parte de las membranas interior y exterior de las neuronas sino que sirve de combustible para su funcionamiento. “Por ello el cerebro tiene altos índices de colesterina”.

¿Pero, qué genera entonces la disfunción que impide el transporte y suministro de colesterina en el cerebro? “Se presume aún que las neuronas pierden la capacidad de absorber la colesterina que necesitan”, precisa el neurólogo de la Universidad de Bonn.

Cuando se nota, ya es muy tarde

Aunque el objetivo final sería curar el mal de Alzheimer o impedir que se desarrolle, los nuevos conocimientos logrados en Bonn podrían servir para mejorar su detección. Un problema mayúsculo, ya que la enfermedad, por lo general, toma décadas para desarrollar un cuadro clínico que permita su diagnóstico. “Así que cuando los pacientes sienten las primeras señales y van al médico, la enfermedad está ya en un estado avanzado”, indica Jochen Walter.

Lo que intenta ahora el equipo de investigadores en torno a Walter es dilucidar los cambios moleculares tempranos, identificando la acumulación de proteínas en el cerebro para buscar frenar el desarrollo de la manifestación del mal de Alzheimer.

El mal de Alzheimer es la pérdida continuada de neuronas, o células nerviosas ocasionadas por una disfunción del metabolismo. Y la consecuencia de ello es la lenta, pero segura pérdida de masa cerebral, hasta del 20%. Con la muerte de las neuronas se destruyen también los centros del procesamiento y transporte de la información entre las células nerviosas. Es cuando los pacientes de Alzheimer comienzan una frase, y no saben más qué iban a decir, y a menudo, ni siquiera se acuerdan de que iban a decir algo.

¿Cómo evitar el mal de Alzheimer?

“El desarrollo de Alzheimer tiene lugar cuando la pérdida de neuronas va acompañada de la formación de pedazos de proteínas degeneradas que se van almacenando en el cerebro. Y justamente las partes del cerebro más afectadas son las responsables de la memoria y el pensamiento”, recuerda Walter.

Es poco o mucho, depende del punto de vista, lo que se puede hacer activamente para mejorar los pronósticos de no enfermar de Alzheimer. Walter recomiendo sencillamente, “comer bien y vivir sin excesos”. Y siendo Alzheimer un mal que, por lo general, se manifiesta en edad avanzada, no le sobra al científico un poco de ironía en el momento de concluir que “si se quiere, la única forma efectiva de evitar el desarrollo del síndrome de Alzheimer es, hasta ahora, morir joven”.
     

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